^^ Risoterapia y absurdeces para la diaria liberación de endorfinas. Buen provecho ^^

Un esfuerzo extra para quedar más guapa



A las 8:30 de la mañana una señora recibe una llamada telefónica del consultorio del ginecólogo para confirmarle que tenía consulta a las 9:30 AM. Acababa de terminar el desayuno con su mario y sus hijos y estaba lista para comenzar con las tareas del día. Ya eran las 8:45 y no tenía ni un minuto que perder. Como la señora tenía especial cuidado con su higiene íntima y más si tenía que ir a ver al ginecólogo, quizo aseárse rápidamente, pero no tenía tiempo para darse una ducha, así que entró al baño, se quitó la blusa, agarró una toallita limpia y doblada que estaba encima del borde de la bañera, la mojó y se la pasó con todo el cuidado posible por sus partes más íntimas para así tener la seguridad de que quedaría lo más limpia posible. Al terminar lanzó la toallita en el cesto de ropa sucia, se vistió y se fue apuradísima al auto rumbo al consultorio pues ya eran las 9:00.

Llegó justo a las 9:30 a la sala de espera, en donde le llamaron casi inmediatamente para que pasara a hacerse la revisión. Como la señora ya conocía el procedimiento, se sentó sin ayuda en el borde de la camilla e intentó, como siempre hacía, imaginarse muy lejos de ahí, en un lugar así como el Caribe o en cualquier otro lugar lindo, por lo menos a 1,000 kms. de aquella camilla en aquél bochornoso momento.

De pronto, el ginecólogo le dijo con una sonrisa pícara:

- Mmmmhh... ¡Hoy sí que hizo un esfuerzo extra para quedar más guapa!, ¿eh?

La señora se quedó estupefacta, sin saber como reaccionar ante tal cumplido. No respondió, pero se limitó a sonreír, completamente sonrojada y dijo solamente "Ah... gracias"

Una vez terminada la incómoda consulta, la señora se fue a casa, ya más tranquila, y el resto del día se desenvolvió normalmente: limpió la casa, cocinó, tuvo tiempo de leer una revista, ver la televisión un rato y así.

Después de la escuela, ya terminados los deberes, la hija de 6 años estaba lista para ir a jugar cuandole gritó desde el baño:

- ¡Mamá! ¿Dónde está mi toallita?

La señora le contestó:

- ¡No sé, pero toma una limpia del closet!

Su respuesta le hizo desear desaparecer de la faz de la Tierra. Las perturbadoras palabras del ginécologo martillaban en su cabeza sin cesar ya que lo que su hija le contestó fue:

- No Mamá, yo no quiero una toallita del closet, quiero aquella que estaba doblada en el borde de la bañera. Ahí tenía mi diamantina, mis brillitos y mis estrellitas doradas y plateadas!
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