Están dos amigos que constantemente trataban de demostrarse el uno al otro quien era el más cabrón, y hacen un apuesta:
- Te apuesto $ 1,000 pesos a que me bebo un tarro lleno de gargajos - dice uno
- Te apuesto $ 1,000 pesos a que me bebo un tarro lleno de gargajos - dice uno
- ¡Jah! ¡Te doblo la apuesta! ¡$2,000 a que no lo haces!
- ¡Que sí!
- ¡Uy sí, como no!
- Ah, ¿no? ya veremos
- Bueno, vamos a buscar el tarro...
Y ya llegan a un bar y toman un tarro, comienzan a carraspear y a escupir, pidiendo ayuda también de los presentes, que solidiarios ante la causa,cooperan con sus viscosos y apestosos fluídos bucales y nasales (es decir, mocos, flemas, escupitajos y gargajos). Una vez lleno el tarro, se lo da a su amigo y éste, ni tardo ni perezoso, empieza a beber.
A los 5 minutos para y su amigo le dice entre risas:
- ¡¿Ya viste que no te lo podías beber?
- Sí, sí, espérate, espérate, ahorita le sigo. Lo que pasa es que algunos hay que masticarlos.
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