Estaba un comediante contando chistes de alemanes de Hans y Fritz, causando las carcajadas de su público, excepto por dos hombres. Uno de ellos, cansado de tantos de estos chistes, levantó la mano y pidió la palabra:
- Perrdone señorr, pero quierro aclararrle algo sobrre su rutina
Con lo cual, un poco apenado, el comediante respondió:
- Claro, dígame
- No todos los alemanes se llaman Hans y Fritz, ¿cierrto, Hans?
- ¡Cierrto, Fritz!
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