Se encontraba meditando un muy frustrado japonés, porque no encontraba la manera de seducir a su esposa e incitarla a tener relaciones sexuales. Tras una hora de total concentración y de silencio interno, se iluminó de inmediato y encontró finalmente un modo de persuasión que creyó infalible. Se levantó del tatami, hizo una señal de reverencia a las fotos de sus ancestros y se dirigió al dormitorio, hablándole así a su esposa:
- Saber que a veces es difícir para esposa querer coger. Por eso, de ahora en aderante, si esposa querer decir que SÍ querer tener sexo, tomarme el pene y jalarlo una vez. Y si esposa querer decir que NO querer sexo, entonces hacermelo saber tomando el pene y jalarlo 100 veces.
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