Dos mecánicos aeronáuticos son corridos de un bar de Monterrey, y sin otro lugar al cual ir a continuar la borrachera, van al Hangar donde trabajaban. Uno le dice al otro:
- Oye... ¿tienes algo de tomar?... ¿whisky, cerveza, tequila, cualquier cosa?
- No, pero dicen que uno puede tomar turbocina para jets. Dicen que también te pone estúpido...
Así que los hombres vaciaron uno de los contenedores de combustible para jets y bebieron y bebieron y tuvieron una muy bonita borrachera como solamente los buenos camaradas de parranda pueden tenerla.
A la mañana siguiente, uno de ellos despierta, sabiendo que el comienzo de los más horribles estragos de la resaca son al ponerse en pie. Pero por algún motivo, se levanta y... ¡como si nada! No había dolor, no habían pulsaciones que le hicieran sentir que su cabeza iba a estallar o irresitibles deseos de devolver el estómago, de hecho se sentía ¡Genial! ¡No había resaca! ¡Nada de nada!
Su teléfono movil sonó y él lo contestó. Era el amigo de anoche, quien le preguntó:
- Oye, ¿cómo te sientes?
- ¡De maravilla!
- Yo igual, ¿no tienes resaca?
- ¡No! ¡De hecho, creo que deberíamos de tomar turbocina más a menudo!
- Sí, sí... es genial, claro que podríamos, pero... sólo hay un pequeño detalle con eso...
- ¡Ah!, ¿sí? ¿qué?
- ¿Ya te has tirado un pedo?
- Mmmmh... no, ¿por qué?
- ¡No lo hagas! ¡Ni se te ocurra! ¡Yo estoy en Alaska ahora!
- Oye... ¿tienes algo de tomar?... ¿whisky, cerveza, tequila, cualquier cosa?
- No, pero dicen que uno puede tomar turbocina para jets. Dicen que también te pone estúpido...
Así que los hombres vaciaron uno de los contenedores de combustible para jets y bebieron y bebieron y tuvieron una muy bonita borrachera como solamente los buenos camaradas de parranda pueden tenerla.
A la mañana siguiente, uno de ellos despierta, sabiendo que el comienzo de los más horribles estragos de la resaca son al ponerse en pie. Pero por algún motivo, se levanta y... ¡como si nada! No había dolor, no habían pulsaciones que le hicieran sentir que su cabeza iba a estallar o irresitibles deseos de devolver el estómago, de hecho se sentía ¡Genial! ¡No había resaca! ¡Nada de nada!
Su teléfono movil sonó y él lo contestó. Era el amigo de anoche, quien le preguntó:
- Oye, ¿cómo te sientes?
- ¡De maravilla!
- Yo igual, ¿no tienes resaca?
- ¡No! ¡De hecho, creo que deberíamos de tomar turbocina más a menudo!
- Sí, sí... es genial, claro que podríamos, pero... sólo hay un pequeño detalle con eso...
- ¡Ah!, ¿sí? ¿qué?
- ¿Ya te has tirado un pedo?
- Mmmmh... no, ¿por qué?
- ¡No lo hagas! ¡Ni se te ocurra! ¡Yo estoy en Alaska ahora!
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