Llega un gallego a un negocio y dice:
- Deme dos kilos de chorizo colorado
El empleado, detrás del mostrador, esbozó una pequeña sonrisa y se quedó mirándolo.
El gallego comenzó a gritar:
- ¿Qué me mira, gilipollas, eh? ¡Coño! Yo los conozco a los tíos como usted. Son racistas, si señor! Usted me mira y piensa: "Este pide chorizo colorado... Por lo tanto es un gallego idiota de mierda..."
- No señor, yo...
- Si hubiese entrado alguien a pedirle salchichas hubiese dicho: "este es un alemán y seguramente es un hijo de puta, nazi y asesino"
- No, no es eso, mire, en realidad...
- ¡No me interrumpa, joder! ¡Ustedes los racistas son todos iguales! ¡Prepotentes, irrespetuosos! Seguro que si hubiese entrado alguien a pedirle pastrami, usted hubiese pensado: "Tenía que ser un tacaño judío!", Y si hubiese entrado un tipo a pedirle salami hubiese dicho "este es un italiano; seguro que es sucio, ratero, ruidoso y grasiento!"
- No, señor, yo...
-¡Que se calle, coño! Usted es un intolerante porque si entraba aquí un cliente a pedirle queso camambert hubiese pensado: "ahh, un francés! Seguro que es un asqueroso y maricón!". Y si llegaba alguien a pedirle frijoles, usted hubiese pensado: "este es un mexicano. Sin dudas es analfabeta, haragán, corrupto y se la pasa tirándose pedos."
- Señor, no, no...
- ¡Y si hubiese entrado alguien a pedirle un...
El empleado le interrumpió y le replicó ya exhasperado:
- ¡No, señor! Yo no pienso nada de eso. ¡Le digo que me deje hablar! ¡Usted está equivocado!
- ¿Y por qué estoy equivocado, carajo?
- Porque esto es una joyería, señor...
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