En
el patio de un manicomio se encontraba un grupo de internos que se
reían a intervalos. El director que hacía sus rondas se acerca curioso
para ver que era lo que sucedía. Al acercarse, ve que un loco dice un
número: ¡Doce!, e inmediatamente el
resto del grupo se comienza a reír. Al acabar las carcajadas del grupo,
otro de los del grupo dice otro número: ¡Treinta y seis!, obteniendo, nuevamente, el mismo resultado del grupo ahí congregado,
que se agarra a carcajadas, a patalear y a revolcarse de la risa,
precisamente como...locos. El director les pregunta entonces:
- ¿Qué es lo que está sucediendo?
A lo que uno de sus pacientes le contesta:
- Estamos contando chistes
Aún más curioso, el director comenta:
- ¡Pero si sólo están diciendo números!
A lo que el mismo paciente le explica:
- Lo que pasa es que nos sabemos tantos chistes de memoria, que los hemos enumerado para ahorrarnos el tiempo de contarlos
Ponderando esta explicación, el director decide probar su suerte y dice:
- A ver, todos póngame atención: , ¡dieciocho!
A lo que no recibe respuesta alguna del grupo, sólo un silencio absoluto.
Anonadado, vuelve a intentar.
- ¡Veintidós!
Obteniendo la
misma silenciosa e incómoda reacción. Desesperado, comienza a decir
números uno tras otro sin lograr sacarle a ninguno de sus internos la
menor sonrisa, e incluso intenta los mismos números que había escuchado
antes de interrumpir:
- ¡Doce!... ¡Treinta y seis!...
Y nada de nada...
Por fin, frustrado, les pregunta:
- ¿Pero qué carajos pasa? ¡Les he contado varios chistes y nadie se ríe!
A lo que uno de los locos le contesta:
- ¡Lo que pasa es que usted no tiene gracia para contarlos!
.
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