Un pakistaní que tenía ya rato de vivir en los Estados Unidos, fue a ver al doctor porque se sentía mal. Se sentía cansado, le dolía el estómago, y tenía fuertes dolores de cabeza. Se sentía terible, pues.
El doctor lo examinó pero no pudo encontrar explicación médica que produjera los síntomas, así que le ofreció probar con un tratamiento naturoterapéutico, ya que había visto sus resultados en casos anteriores.
El pakistaní se quedó perplejo de que el doctor le dijera el procedimiento del tratamiento, ya que este consistía en que el pakistaní orinara y defecara en una cubeta durante una semana y dejarla así en el sótano de su casa.
- Confíe en mi - dijo el doctor - ya he tratado casos similares con excelentes resultados, precisamente con otros pacientes pakistaníes
El hombre fue a su casa y procedió a seguir las indicaciones del médico. Desde el primer momento que llegó realizó todas sus evacuaciones en la cubeta. En un día toda la casa se llenó de un horrible hedor y para cuando la semana había transcurrido, era ya una peste insoportable para cualquier ser humano. Sus ojos comenzaban a lagrimear cada vez que pasaba cerca de la puerta del sótano, pero no sentía mejoría.
El pakistaní entonces llamó a su doctor para decirle que seguía igual con su sintomatología y el doctor le contestó tranquilamente:
- Tranquilo, ahora lo que tiene que hacer es ir al sótano, tomar la cubeta y respirar tres veces larga y profundamente, directamente de las heces, y verá que como por arte de magia estará Usted curado.
El hombre bajo entonces, tomo la cubeta, la cual estaba llena ya y llena de larvas. Era una composta medio verdosa, caldosa, aguada y llena de larvas y moscas. Entonces aspiró profundamente del vapor que desprendhía de las heces fecales y el pakistaní devolvió el estómago, salpicando la cubeta, el piso y las paredes. Después de 3 dramáticos minutos, el enfermo procedió a dar una segunda aspiración, larga y profunda como la primera. Así lo hizo y ésta vez sintió que le ardían los pulmones, pero no hubo vómito. Finalmente, dio la tercer inhalación larga y profunda... y tal como le había dicho el doctor, sus síntomas desaparecieron, como si de un sortilegio mágico se tratara. No había más dolor de cabeza, no más cansancio, no más dolores de estómagos. El apestoso olor ya era tolerable, es más, ya ni le molestaba en lo absoluto. ¡Se sentía de maravilla! ¡Estaba curado! ¡Curado!
Felizmente, el pakistaní subió las escaleras corriendo y telefonéo al doctor para contarle y el doctor le dijo:
- Sí, se lo dije, ya había visto que este tratamiento había funcionado perfectamente con otros de sus paisanos. Lo suyo era un caso psicológico típico. Usted sólo tenía Nostalgia por su tierra.
El doctor lo examinó pero no pudo encontrar explicación médica que produjera los síntomas, así que le ofreció probar con un tratamiento naturoterapéutico, ya que había visto sus resultados en casos anteriores.
El pakistaní se quedó perplejo de que el doctor le dijera el procedimiento del tratamiento, ya que este consistía en que el pakistaní orinara y defecara en una cubeta durante una semana y dejarla así en el sótano de su casa.
- Confíe en mi - dijo el doctor - ya he tratado casos similares con excelentes resultados, precisamente con otros pacientes pakistaníes
El hombre fue a su casa y procedió a seguir las indicaciones del médico. Desde el primer momento que llegó realizó todas sus evacuaciones en la cubeta. En un día toda la casa se llenó de un horrible hedor y para cuando la semana había transcurrido, era ya una peste insoportable para cualquier ser humano. Sus ojos comenzaban a lagrimear cada vez que pasaba cerca de la puerta del sótano, pero no sentía mejoría.
El pakistaní entonces llamó a su doctor para decirle que seguía igual con su sintomatología y el doctor le contestó tranquilamente:
- Tranquilo, ahora lo que tiene que hacer es ir al sótano, tomar la cubeta y respirar tres veces larga y profundamente, directamente de las heces, y verá que como por arte de magia estará Usted curado.
El hombre bajo entonces, tomo la cubeta, la cual estaba llena ya y llena de larvas. Era una composta medio verdosa, caldosa, aguada y llena de larvas y moscas. Entonces aspiró profundamente del vapor que desprendhía de las heces fecales y el pakistaní devolvió el estómago, salpicando la cubeta, el piso y las paredes. Después de 3 dramáticos minutos, el enfermo procedió a dar una segunda aspiración, larga y profunda como la primera. Así lo hizo y ésta vez sintió que le ardían los pulmones, pero no hubo vómito. Finalmente, dio la tercer inhalación larga y profunda... y tal como le había dicho el doctor, sus síntomas desaparecieron, como si de un sortilegio mágico se tratara. No había más dolor de cabeza, no más cansancio, no más dolores de estómagos. El apestoso olor ya era tolerable, es más, ya ni le molestaba en lo absoluto. ¡Se sentía de maravilla! ¡Estaba curado! ¡Curado!
Felizmente, el pakistaní subió las escaleras corriendo y telefonéo al doctor para contarle y el doctor le dijo:
- Sí, se lo dije, ya había visto que este tratamiento había funcionado perfectamente con otros de sus paisanos. Lo suyo era un caso psicológico típico. Usted sólo tenía Nostalgia por su tierra.
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