Un inmigrante judío llega en barco a Nueva York desde Europa. El
inspector de inmigración lo interroga sobre nombre,
apellido, edad, estado civil, etcétera.
Al llegar al punto de la religión, el judío se manifiesta un poco incómodo y duda antes de contestar (era previsible: los pogromos y las persecuciones le habían enseñado una lección inolvidable).
Finalmente levanta la cabeza, acomoda su sombrero de campesino y responde con dudoso orgullo:
- C...C...C...Cristiano, sí, Cristiano.
A lo que el inspector de inmigraciones le contesta con una pregunta:
- ¿Cristiano asquenazí o cristiano sefardí?
Finalmente levanta la cabeza, acomoda su sombrero de campesino y responde con dudoso orgullo:
- C...C...C...Cristiano, sí, Cristiano.
A lo que el inspector de inmigraciones le contesta con una pregunta:
- ¿Cristiano asquenazí o cristiano sefardí?
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