En una sinagoga habían cuatro
rabinos que se reunían todos los sábados para hablar de cuestiones
teológicas y tomar decisiones. Tres de ellos estaban siempre de acuerdo
en contra del cuarto. Un día, el rabino incomprendido esta harto de la
política del “somos tres contra uno, y se hace lo que dice la mayoría” y
entonces decide preguntarle a Dios su opinión.
- ¡Oh,
Dios! Yo sé que tengo la razón y que los otros tres rabinos están
equivocados. Por favor, muéstranos una señal para que vean que soy yo el
que interpreta correctamente tus leyes.
Apenas ha dicho esto, en el cielo, que hasta entonces había estado soleado, aparece una nube tormentosa, y un rayo cae a los pies de los cuatro
rabinos.
- ¡Una señal de Dios! ¡Lo sabía! ¡yo tengo razón!
Pero el rabino más viejo de los otros tres le responde:
- No importa, ahora somos tres contra dos, se sigue haciendo lo que dice la mayoría.
Apenas ha dicho esto, en el cielo, que hasta entonces había estado soleado, aparece una nube tormentosa, y un rayo cae a los pies de los cuatro
rabinos.
- ¡Una señal de Dios! ¡Lo sabía! ¡yo tengo razón!
Pero el rabino más viejo de los otros tres le responde:
- No importa, ahora somos tres contra dos, se sigue haciendo lo que dice la mayoría.
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