Después de haber vivido 50 años en un pueblecito de Galicia, Venancio y Cecía cumplían 50 años de matrimonio, y para celebrarlo, se fueron de vacaciones y al llegar a la ciudad, fueron a checar las condiciones de un lujoso hotel para ver si se hospedaban.
La señora le dijo al recepcionista:
- ¡Ostias! ¿¡Pero que hotel es este?! ¡Jamás nos quedaríamos en uno así! ¡Joder, mira que por fuera sí, tío, está enorme y se ve lujoso, pero por dentro, coño! ¡Habitaciones tan diminutas, apenas y hay espacio para dos personas, por Dios! ¡Y luego sin ventanas, sin camas, sin aire acondicionado, sin baño, sin un puto cuadro en la pared! ¡Mira que hasta un hotel de media estrella podría tener un cuadro barato!
- ¡Pero señora! - lo interrumpió el sorprendido recepcionista
- ¡Nade de peros, jovencito! - continuó la enardecida e indignada abuela - ¡No puede tomarnos por idiotas sólo porque no viajamos mucho, y porque nunca habíamos estado en una ciudad grande como ésta, ni porque nunca hemos pasado una noche en un hotel, gilipollas! ¡Esto no se queda así! ¡Iré a decírselo al gerente ahora mismo! ¡Hmmph!
- Pero señora... - terminó sus palabras el recepcionista -, esa no es su habitación, ese es el ascensor....
No hay comentarios:
Publicar un comentario