Un día en una fábrica de cerveza, un hombre llamado Juan, quien había trabajado por años en la compañía, se descuidó y cayó dentro de un contenedor de cerveza y se ahogó.
El supervisor sintió que sería su deber tener que informarle a la esposa sobre la muerte de su marido, así que fue hasta la casa de Juan y tocó la puerta. Cuando la esposa del occiso abrió, él se quitó el gorro y le dijo apenado:
- Señora... lamento decirle esto pero... Juan tuvo un accidente hace unas horas en el trabajo. Se cayó a un contenedor de cerveza y ahogó. Mis condolencias.
La pobre viuda cubrió su rostro con su delantal y después de unos cuantos amargos sollozos, preguntó:
- Y dígame... la verdad... ¿Sufrió mucho?
- No lo creo - respondió el supervisor - salió 3 veces a orinar al baño.
El supervisor sintió que sería su deber tener que informarle a la esposa sobre la muerte de su marido, así que fue hasta la casa de Juan y tocó la puerta. Cuando la esposa del occiso abrió, él se quitó el gorro y le dijo apenado:
- Señora... lamento decirle esto pero... Juan tuvo un accidente hace unas horas en el trabajo. Se cayó a un contenedor de cerveza y ahogó. Mis condolencias.
La pobre viuda cubrió su rostro con su delantal y después de unos cuantos amargos sollozos, preguntó:
- Y dígame... la verdad... ¿Sufrió mucho?
- No lo creo - respondió el supervisor - salió 3 veces a orinar al baño.
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