Un pequeño de 5 años se levanta a mitad de la noche para ir a servirse un vaso con agua a la cocina. Mientras caminaba por el pasillo, escucha muchos gemidos y ruidos como de golpeteos a las paredes, provenientes de la recámara de sus padres. La puerta estaba entreabierta y el niño entró a la recámara, cachando en el acto a sus padres. Antes de que ambos padres pudieran reaccionar, el crío exclamó:
- ¡Oh, sí, sí! ¡Están Jugando al caballito! ¡¿Papá, papá, puedo montarme en tu espalda?!
Aliviado de que el niño no hiciera otras preguntas más incómodas y no queriendo interrumpir su "cabalgata" con su esposa, el padre aceptó la ingenua proposición. El alegre pequeñín se montó enseguida sobre su padre y el señor prosiguió con la arremetida. Momentos después, la mamá comenzó a gemir más fuerte, a jadear sin aliento. El niño entonces exclamó:
- ¡Vamos papi! ¡Tú puedes! ¡Ésta es la parte donde el lechero siempre comienza a sacudirse como loco!
- ¡Oh, sí, sí! ¡Están Jugando al caballito! ¡¿Papá, papá, puedo montarme en tu espalda?!
Aliviado de que el niño no hiciera otras preguntas más incómodas y no queriendo interrumpir su "cabalgata" con su esposa, el padre aceptó la ingenua proposición. El alegre pequeñín se montó enseguida sobre su padre y el señor prosiguió con la arremetida. Momentos después, la mamá comenzó a gemir más fuerte, a jadear sin aliento. El niño entonces exclamó:
- ¡Vamos papi! ¡Tú puedes! ¡Ésta es la parte donde el lechero siempre comienza a sacudirse como loco!
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