Había un famoso pintor, que en la cúspide de su carrera comenzó a tener serios problemas de visión.
Temeroso de quedarse ciego y por ende a perder su vida de pintor, fue a ver al mejor oftalmólogo cirujano del mundo.
Después de varias semanas de delicada cirugía y terapia, el artista recupero la vista. Y no sólo la recupró, también le mejoró. El pintor estaba tan agradecido que decidió mostrarle su gratitud, pintando la oficina del doctor.
Parte de la pintura que realizó incluía un ojo giantesco en la pared. Cuando el agradecido hombre terminó, llamó a una conferencia de prensa para revelar su última obra de arte: "La oficina del doctor"
Durante la conferencia de prensa, uno de los reporteros que no dejaba de ver el enorme ojo, le preguntó al doctor cuál había sido la primer reacción al ver su oficina recién pintada, en especial al ver el gigantesco ojo en la pared.
A lo que el especialista de la visión respondió:
- Lo primero que dije fue "Gracias a Dios que no soy proctólogo"
Temeroso de quedarse ciego y por ende a perder su vida de pintor, fue a ver al mejor oftalmólogo cirujano del mundo.
Después de varias semanas de delicada cirugía y terapia, el artista recupero la vista. Y no sólo la recupró, también le mejoró. El pintor estaba tan agradecido que decidió mostrarle su gratitud, pintando la oficina del doctor.
Parte de la pintura que realizó incluía un ojo giantesco en la pared. Cuando el agradecido hombre terminó, llamó a una conferencia de prensa para revelar su última obra de arte: "La oficina del doctor"
Durante la conferencia de prensa, uno de los reporteros que no dejaba de ver el enorme ojo, le preguntó al doctor cuál había sido la primer reacción al ver su oficina recién pintada, en especial al ver el gigantesco ojo en la pared.
A lo que el especialista de la visión respondió:
- Lo primero que dije fue "Gracias a Dios que no soy proctólogo"
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