Una vez que el condenado está asegurado por completo a la silla eléctrica, con el casco y el electrodo de su pierna izquierda bien ajustados. El alcaide se dirige a él diciendo:
- Sr. Hernández, ¿tiene algún último deseo antes de que la sentencia se lleve a cabo?
Con un tremendo esfuerzo para articular sus palabras, el condenado le contesta:
- Sí... tengo tanto miedo...deseo que sostenga mi mano y no me suelte por favor...
- Sr. Hernández, ¿tiene algún último deseo antes de que la sentencia se lleve a cabo?
Con un tremendo esfuerzo para articular sus palabras, el condenado le contesta:
- Sí... tengo tanto miedo...deseo que sostenga mi mano y no me suelte por favor...
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