Un sacerdote y un rabino van caminando por la plaza de la ciudad y ambos traen antojo de un trago, pero ninguno de los dos tiene el dinero para comprarlo.
- Tengo una idea - dice el sacerdote - Ya sé como podremos conseguir algunos tragos sin tener que pagarlos, ven conmigo y mira
Ambos se dirigen a un bar, el sacerdote le dice que espere y que mire la acción. El rabino se queda viendo desde la puerta. El sacerdote ordena su trago y se lo bebe, y entonces el Bartender le da la cuenta de su bebida. El sacerdote pone cara de apenado y le dice:
- Pero hijo mío, ya te la había pagado
- ¡Oh! ¡Lo siento mucho! - exclama avergonzado el bartender - lo que pasa es que he estado muy ocupado aquí y lo he de haber olvidado, Ud, disculpe, está bien.
El rabino entonces entra al bar, se sienta y después de haber tomado su bebida, el bartender le da la cuenta y el rabino dice:
- Hijo, te pague en cuanto ordené mi bebida
- ¡Oh Dios! ¡Disculpéme por favor! ¡En verdad lo siento!, ¡No sé que me pasa que ando tan distraído! ¡Ésta es la segunda vez que me pasa el día de hoy! ¡Ud. disculpe, así está bien, no se preocupe!
El rabino entonces le responde:
- Está bien hijo, no te preocupes. Y Ahora para irme, sólo espero que me des el cambio. Te pagué con un billete de $500 pesos.
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