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Un inventor muy creativo y talentoso había diseñado una vagina artificial muy, muy real.
No había forma de distinguir una verdadera de ésta. Y no sólo era muy real, sino que también era bella, una verdadera obra de arte obsceno.
Inmediatamente pensó en sacarle provecho y vislumbró enormes cantidades de dinero con su creación, así que fue a ver a un capitán de barco que estaba a punto de partir durante seis meses con su tripulación.
Llegó a un acuerdo con el capitán, y se dividirían las ganancias 50/50, cobrándole $100 pesos a cada marinero que la utilizara.
Luego de esos largos 6 meses, el inventor fue al muelle en espera del barco del capitán.
El barco llegó, desembarcó y el capitán descendió. El capitán y el inventor se saludaron, se abrazaron y casi de inmediato, el inventor, con brillo en los ojos, preguntó:
- ¡Bienvenido mi amigo y "socio"!... ¿Y bien? ¿Cuántos miles hicimos? ¿O acaso millones? ¡Hahaha!
El capitán metió la mano en su bolsillo, sacó un billete de $50 pesos y se lo dio al inventor.
El inventor frunció el entrecejo y explotó:
- ¡Esto tiene que ser una broma! ¡¿Cómo carajos que sólo 50 pesos?! ¡¿Que acaso todos los de tu tripulación son maricones?! ¡¿No les gustó o qué?!
- ¡Oh, por supuesto que sí, les encantó! ¡Por supuesto que sí! ¡Lo que pasa es que al primer tipo que la probó, le gustó tanto que se la comió entera!
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No había forma de distinguir una verdadera de ésta. Y no sólo era muy real, sino que también era bella, una verdadera obra de arte obsceno.
Inmediatamente pensó en sacarle provecho y vislumbró enormes cantidades de dinero con su creación, así que fue a ver a un capitán de barco que estaba a punto de partir durante seis meses con su tripulación.
Llegó a un acuerdo con el capitán, y se dividirían las ganancias 50/50, cobrándole $100 pesos a cada marinero que la utilizara.
Luego de esos largos 6 meses, el inventor fue al muelle en espera del barco del capitán.
El barco llegó, desembarcó y el capitán descendió. El capitán y el inventor se saludaron, se abrazaron y casi de inmediato, el inventor, con brillo en los ojos, preguntó:
- ¡Bienvenido mi amigo y "socio"!... ¿Y bien? ¿Cuántos miles hicimos? ¿O acaso millones? ¡Hahaha!
El capitán metió la mano en su bolsillo, sacó un billete de $50 pesos y se lo dio al inventor.
El inventor frunció el entrecejo y explotó:
- ¡Esto tiene que ser una broma! ¡¿Cómo carajos que sólo 50 pesos?! ¡¿Que acaso todos los de tu tripulación son maricones?! ¡¿No les gustó o qué?!
- ¡Oh, por supuesto que sí, les encantó! ¡Por supuesto que sí! ¡Lo que pasa es que al primer tipo que la probó, le gustó tanto que se la comió entera!
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