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En un país del medio oriente, la justicia era severa e implacable con los violadores. La pena era cortarle el pene según la profesion que tuviera el culpable.
En uno de estos casos, se encontraban tres condenados esperando la horrible ejecución de su sentencia.
Una vez en el cadalso, el verdugo le dice al primero:
- ¿A que te dedicas?
- Soy carpintero
Entonces el verdugo agarra una sierra y le corta el miembro de la manera mas brutal, entre tremendas salpicaderas de sangre y terribles gritos de dolor. Todo esto, mientras el tercer condenado estallaba en carcajadas.
El segundo condenado pasa al frente y el verdugo le pregunta:
- ¿Y tú, a que te dedicas?
El segundo condenado estaba aterrado y contesto con la voz quebrada, tartamudeando:
- S-s-soy... soy ci-ci... soy cirujano
El verdugo agarra un bisturi y le corta el pene de un solo tajo.
A estas alturas, el tercero condenado se estaba quedando sin aire de tanto reirse.
El verdugo sin ocultar su descontento le pregunta:
- ¿Y tú de que tanto te estás riendo?
El sentenciado, todo enrojecido debido a la gran presión sanguínea por tanto carcajearse, empapado en lágrimas de euforia, le responde:
- ¡Jahahahaha! ¡Jaha! Es que yo soy heladero, y me la vas a tener que chupar hasta que se me termine.
En uno de estos casos, se encontraban tres condenados esperando la horrible ejecución de su sentencia.
Una vez en el cadalso, el verdugo le dice al primero:
- ¿A que te dedicas?
- Soy carpintero
Entonces el verdugo agarra una sierra y le corta el miembro de la manera mas brutal, entre tremendas salpicaderas de sangre y terribles gritos de dolor. Todo esto, mientras el tercer condenado estallaba en carcajadas.
El segundo condenado pasa al frente y el verdugo le pregunta:
- ¿Y tú, a que te dedicas?
El segundo condenado estaba aterrado y contesto con la voz quebrada, tartamudeando:
- S-s-soy... soy ci-ci... soy cirujano
El verdugo agarra un bisturi y le corta el pene de un solo tajo.
A estas alturas, el tercero condenado se estaba quedando sin aire de tanto reirse.
El verdugo sin ocultar su descontento le pregunta:
- ¿Y tú de que tanto te estás riendo?
El sentenciado, todo enrojecido debido a la gran presión sanguínea por tanto carcajearse, empapado en lágrimas de euforia, le responde:
- ¡Jahahahaha! ¡Jaha! Es que yo soy heladero, y me la vas a tener que chupar hasta que se me termine.
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