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Un hombre lleva a su perro al veterinario y le dice:
- Mi perro está bizco, ¿hay algo que pueda hacer por él?
- Bueno, habrá que verlo
Luego, el veterinario lo subió con algo de esfuerzo a la mesa para examinarlo, checó sus ojos, sus dientes y así. Y finalmente dijo con determinación:
- Habrá que sacrificarlo
- ¡¿Qué?! - exclamó alarmado el dueño del perro -, ¿sólo por qué está bizco?
- No - contestó el veterinario -, porque está bien pesado
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