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Un día, Einstein tenía que dar un discruso en una conferencia de ciencia muy importante.
En el camino al centro de convenciones, le dice al chófer que ambos e parecían mucho.
- ¡Estoy harto de todas estas conferencias! - dice el brillante científico -, siempre digo las mismas cosas una y otra vez
- Tiene razón - contesta el chófer -, he acudido a todas ellas, y, aunque yo no sepa nada sobre ciencia, hasta yo podría decir todo lo que usted dice, si yo estuviera en su lugar
- ¡Excelente! ¡Esa es una excelente idea! - exclama Einstein -, ¡cambiemos de lugar entonces!
Acto seguido, se intercambian la vestimenta, y tan pronto como llegan al lugar, el chófer que estaba vestido con la ropa de Einstein pasa al escenario a dar su conferencia habitual, mientras el verdadero Einstein, disfrazado como el chófer, se sienta a escuchar entre el público.
Todo bien, hasta que, entre la multitud, uno de los científicos que quería impresionar a todos, piensa en una pregunta muy difícil para preguntarle al físico genio, esperando que él no pueda responder a su interrogante. Sin más, el tipo se levanta e interrumpe las palabras de Einstein preguntándole tan difícil cuestión. Todo el mundo se queda callado y boquiabierto, esperando por una respuesta.
El chófer lo mira directamente a los ojos, y, después de una pausa, le contesta:
- Señor, su pregunta es tan fácil de responder, que hasta voy a dejar que mi chófer se la responda por mí
En el camino al centro de convenciones, le dice al chófer que ambos e parecían mucho.
- ¡Estoy harto de todas estas conferencias! - dice el brillante científico -, siempre digo las mismas cosas una y otra vez
- Tiene razón - contesta el chófer -, he acudido a todas ellas, y, aunque yo no sepa nada sobre ciencia, hasta yo podría decir todo lo que usted dice, si yo estuviera en su lugar
- ¡Excelente! ¡Esa es una excelente idea! - exclama Einstein -, ¡cambiemos de lugar entonces!
Acto seguido, se intercambian la vestimenta, y tan pronto como llegan al lugar, el chófer que estaba vestido con la ropa de Einstein pasa al escenario a dar su conferencia habitual, mientras el verdadero Einstein, disfrazado como el chófer, se sienta a escuchar entre el público.
Todo bien, hasta que, entre la multitud, uno de los científicos que quería impresionar a todos, piensa en una pregunta muy difícil para preguntarle al físico genio, esperando que él no pueda responder a su interrogante. Sin más, el tipo se levanta e interrumpe las palabras de Einstein preguntándole tan difícil cuestión. Todo el mundo se queda callado y boquiabierto, esperando por una respuesta.
El chófer lo mira directamente a los ojos, y, después de una pausa, le contesta:
- Señor, su pregunta es tan fácil de responder, que hasta voy a dejar que mi chófer se la responda por mí
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