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Un hombre llega apesadumbrado con el rabino a consultarle:
- Rab, me siento algo triste, porque quisiera... quisiera ser inmortal. ¿Existe alguna manera de lograrlo?
- Cásate - contesta el rabino
- ¿Casarme? - pregunta desconcertado el hombre -, ¿y a poco así voy a lograr la inmortalidad?
- No, pero así se te van a quitar las ganas de ser inmortal
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