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Pancho se encontraba emocionado de haber adquirido su nuevo rifle, y de inmediato se fue a intentar cazar osos. Divisó un oso café en la distancia y le disparó. Un instante después, sintió unos golpecitos en su hombro, volteó y vio que se trataba de un enorme oso negro, quien con mirada cabreada le dijo mostrándole sus largas y afiladas garras:
- Tienes dos opciones Pancho, una, te mato lenta y dolorosamente, y dos, te cojo.
El pobre diablo, sin decir palabra alguna, se desabrocha los pantalones y se pone a cuatro patas, sollozando. El desgarro anal le duró dos semanas y muchas dolorosas penas. Luego de su recuperación, éste juró venganza. Se dirigió hacia al bosque donde había tenido el traumático encuentro con el oso negro. Con much cautela, en silencio, ubicó a su violador y descargó todas sus balas en él. Y justo después de vaciar todas sus municiones y disponerse a correr hacia el cadáver del oso negro para bailar, escupir, maldecir y cagar sobre el cuerpo inerte, Pancho vuelve a sentir unos golpes sobre su hombro. Ésta vez se trataba de un gigantezco oso Grizzly, quién le dijo:
- Ese fue un gran error, Pancho...así que tienes dos opciones: Te hago jirones con mis garras hasta matarte, o te doy la cogida de tu vida
Una vez más, Pancho, tragó saliva, y en silencio y con lágrimas corriendo por sus mejillas, se desabrochó el pantalón y se tiró a la hojarasca mientras el oso lo montó de una manera que podría describirse como infernal.
Pancho sobrevivió, pero las heridas tanto externas como internas le duraron varios meses, necesitando los primeros dos para poder ponerse en pie, los dos subsecuentes para poder sentarse nuevamente y los últimos dos para poder cagar bien, sin necesidad de sondas, por no mencionar la terapia psicológica que necesitó para recuperar el habla y la compostura.
Una vez recuperado y jurado venganza, se fue de nueva cuenta al bosque de su perdición y humillación, logrando rastrear al monstruoso e inmisericorde oso grizzly y, tal como en la vez anterior, descargó todos las municiones de su rifle, y de las pistolas extra que había conseguido y cargado consigo.
Llorando de alegría, Pancho se dirigió hacia el cadáver del oso grizzly, sintiendo el dulce sabor de la venganza, y la euforia corriendo hirviente por sus venas. Pero, la historia se repitió, y Pancho sintió esos horrorosos golpecitos sobre su hombro... voltéo lenta y temerosamente y ahi estaba, detrás suyo un gigantezco oso polar, quien le dijo:
- Ay, Panchito, admítelo, tú no vienes aquí de cacería, ¿verdad?
- Tienes dos opciones Pancho, una, te mato lenta y dolorosamente, y dos, te cojo.
El pobre diablo, sin decir palabra alguna, se desabrocha los pantalones y se pone a cuatro patas, sollozando. El desgarro anal le duró dos semanas y muchas dolorosas penas. Luego de su recuperación, éste juró venganza. Se dirigió hacia al bosque donde había tenido el traumático encuentro con el oso negro. Con much cautela, en silencio, ubicó a su violador y descargó todas sus balas en él. Y justo después de vaciar todas sus municiones y disponerse a correr hacia el cadáver del oso negro para bailar, escupir, maldecir y cagar sobre el cuerpo inerte, Pancho vuelve a sentir unos golpes sobre su hombro. Ésta vez se trataba de un gigantezco oso Grizzly, quién le dijo:
- Ese fue un gran error, Pancho...así que tienes dos opciones: Te hago jirones con mis garras hasta matarte, o te doy la cogida de tu vida
Una vez más, Pancho, tragó saliva, y en silencio y con lágrimas corriendo por sus mejillas, se desabrochó el pantalón y se tiró a la hojarasca mientras el oso lo montó de una manera que podría describirse como infernal.
Pancho sobrevivió, pero las heridas tanto externas como internas le duraron varios meses, necesitando los primeros dos para poder ponerse en pie, los dos subsecuentes para poder sentarse nuevamente y los últimos dos para poder cagar bien, sin necesidad de sondas, por no mencionar la terapia psicológica que necesitó para recuperar el habla y la compostura.
Una vez recuperado y jurado venganza, se fue de nueva cuenta al bosque de su perdición y humillación, logrando rastrear al monstruoso e inmisericorde oso grizzly y, tal como en la vez anterior, descargó todos las municiones de su rifle, y de las pistolas extra que había conseguido y cargado consigo.
Llorando de alegría, Pancho se dirigió hacia el cadáver del oso grizzly, sintiendo el dulce sabor de la venganza, y la euforia corriendo hirviente por sus venas. Pero, la historia se repitió, y Pancho sintió esos horrorosos golpecitos sobre su hombro... voltéo lenta y temerosamente y ahi estaba, detrás suyo un gigantezco oso polar, quien le dijo:
- Ay, Panchito, admítelo, tú no vienes aquí de cacería, ¿verdad?
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