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Durante las últimas horas de la tarde, un hombre se encuentra cerrando el restaurante donde trabaja. Está limpiando las mesas y barriendo el piso, cuando de pronto escucha que tocan a la puerta. Al abrirla se encuentra con un vagabundo hediondo, de apariencia extremadamente sucia, cubierto de mugre de pies a cabeza. Era persona más repugnante que había visto en su vida.
- Hey, amigo - dice ronco el hombre de la calle -, ¿podrías regalarme un tenedor?
El tipo que estaba en la tienda lo piensa por un momento y decide dárselo, sin contrariedades ni preocupaciones, pues sólo quería al asqueroso indigente fuera de su vista y su nariz. En cuanto le da el tenedor, el vagabundo se marcha.
Unos diez minutos después, mientras el encargado del restaurante se encuentra acomodando los trastes y utensilios limpios, se escucha que llaman a la puerta. Se trata de otro indigente, aún más apestoso que el anterior, completamente lleno de piojos y bichos en la cabeza, con costras de mocosy lagañas... un verdadero desperdicio tóxico humano, que también se encuentra ahí pidiendo un tenedor.
El encargado del restaurante, se tapa la nariz al borde del vómito, se dirige de inmediato a la cocina, le da apresuradamente el tenedor al vagabundo y cierra la puerta de inmediato, sintiendo un estremecimiento nauseabundo recorriendo todo su cuerpo, sintiéndose sucio, como nunca en su vida.
Luego de otros diez minutos, el tipo se encuentra ya terminando de trapear y listo para marcharse del restaurante, cuando, repentinamente, escucha que tocan a la puerta una tercera vez. Su temor de que fuese otro indigente se vuelve realidad en cuanto abre la puerta, encontrándose con la escena más perturbadora y asquerosa que jamás había visto en su vida: un vagabundo con el rastas llenas de piojos y liendres, caspa, garrapatas, pulgas, chinches, el rostro lleno de mugre, el vello facial todo crecido y plagado de los mismos bichos que su cabeza, la ropa toda roída y llena de todo tipo de manchas oscuras, costras con larvas y pus, y pústulas, ronchas, granos y llagas por toda la piel con un olor que haría devolver todas las entrañas al mismísimo príncipe de las tinieblas.
- ¡Largo de aquí! ¡Ahora mismo! ¡Tome su estúpido tenedor y lárguese, por el amor de Dios! ¡Se lo suplico! - grita aterrado el encargado del restaurante
- ...pero yo no quier un tenedor... necesito un popote - contesta lento y aturdido el vagabundo infernal
- ... ¿qué? - pregunta el perturbado hombre -, pero si antes vinieron otros dos hombres pidiendo un tenedor, y ahora Usted llega pidiendo un popote... ¿qué carajos está pasando?
- Hey, amigo - dice ronco el hombre de la calle -, ¿podrías regalarme un tenedor?
El tipo que estaba en la tienda lo piensa por un momento y decide dárselo, sin contrariedades ni preocupaciones, pues sólo quería al asqueroso indigente fuera de su vista y su nariz. En cuanto le da el tenedor, el vagabundo se marcha.
Unos diez minutos después, mientras el encargado del restaurante se encuentra acomodando los trastes y utensilios limpios, se escucha que llaman a la puerta. Se trata de otro indigente, aún más apestoso que el anterior, completamente lleno de piojos y bichos en la cabeza, con costras de mocosy lagañas... un verdadero desperdicio tóxico humano, que también se encuentra ahí pidiendo un tenedor.
El encargado del restaurante, se tapa la nariz al borde del vómito, se dirige de inmediato a la cocina, le da apresuradamente el tenedor al vagabundo y cierra la puerta de inmediato, sintiendo un estremecimiento nauseabundo recorriendo todo su cuerpo, sintiéndose sucio, como nunca en su vida.
Luego de otros diez minutos, el tipo se encuentra ya terminando de trapear y listo para marcharse del restaurante, cuando, repentinamente, escucha que tocan a la puerta una tercera vez. Su temor de que fuese otro indigente se vuelve realidad en cuanto abre la puerta, encontrándose con la escena más perturbadora y asquerosa que jamás había visto en su vida: un vagabundo con el rastas llenas de piojos y liendres, caspa, garrapatas, pulgas, chinches, el rostro lleno de mugre, el vello facial todo crecido y plagado de los mismos bichos que su cabeza, la ropa toda roída y llena de todo tipo de manchas oscuras, costras con larvas y pus, y pústulas, ronchas, granos y llagas por toda la piel con un olor que haría devolver todas las entrañas al mismísimo príncipe de las tinieblas.
- ¡Largo de aquí! ¡Ahora mismo! ¡Tome su estúpido tenedor y lárguese, por el amor de Dios! ¡Se lo suplico! - grita aterrado el encargado del restaurante
- ...pero yo no quier un tenedor... necesito un popote - contesta lento y aturdido el vagabundo infernal
- ... ¿qué? - pregunta el perturbado hombre -, pero si antes vinieron otros dos hombres pidiendo un tenedor, y ahora Usted llega pidiendo un popote... ¿qué carajos está pasando?
- Ah, bueno... - contesta el podrido indigente - lo que pasa es que hace rato un tipo gordote-gordote se vomitó al otro lado de la calle, y pues ya los demás se comieron todo lo bueno, lo sólido, pero aún queda algo de caldito...
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