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Un fotógrafo que trabajaba para una popular revista había sido asignado para tomar las fotos de un gran incendio forestal. El humo del incendio era tan espeso que no había forma de obtener buenas tomas, así que, desesperadamente llamó a la oficina central para que mandaran pedir una avioneta para tomar las fotos mientras sobrevolaran el área.
- Ok, ahí estará en el aeropuerto enseguida - le contestó el editor con toda confianza.
Tan pronto como el fotógrafo llegó al pequeño aeropuerto rural, vió de inmediato a un joven piloto dentro de una avioneta, calentando motores en la pista de aterrizaje. Con toda prisa, el fotógrafo se metió junto con todo su equipo, exclamando frenéticamente:
- ¡Ya, ya, ya! ¡Vámonos, apúrese! ¡Vámonos! ¡Pero ya!
El piloto entonces arrancó la avioneta, despegaron y 3 minutos después ya se encontraban a poco más de 1,000 metros de altura.
- ¡Vuele hacia el norte por donde se encuentra el incendio! - dijo el fotógrafo -, ¡y haga 3 descensos a 100 metros de las llamaradas, en ángulos de 80, 65 y 43 grados!
- ¿Qué? ¡¿Pero por qué? - preguntó nervioso el piloto
- ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Qué clase de pregunta estúpida es esa?! ¡Pues por que voy a tomar fotografías, soy un fotógrafo, y los fotógrafos tomamos fotografías! ¡F-o-t-o-g-r-a-f-í-a-s! - dijo el fotógrafo con gran exasperación.
Luego de una larga pausa, el piloto, visiblemente asustado, preguntó con la voz nerviosa y entrecortada:
- ¿O sea que Usted no es el instructor...?
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- Ok, ahí estará en el aeropuerto enseguida - le contestó el editor con toda confianza.
Tan pronto como el fotógrafo llegó al pequeño aeropuerto rural, vió de inmediato a un joven piloto dentro de una avioneta, calentando motores en la pista de aterrizaje. Con toda prisa, el fotógrafo se metió junto con todo su equipo, exclamando frenéticamente:
- ¡Ya, ya, ya! ¡Vámonos, apúrese! ¡Vámonos! ¡Pero ya!
El piloto entonces arrancó la avioneta, despegaron y 3 minutos después ya se encontraban a poco más de 1,000 metros de altura.
- ¡Vuele hacia el norte por donde se encuentra el incendio! - dijo el fotógrafo -, ¡y haga 3 descensos a 100 metros de las llamaradas, en ángulos de 80, 65 y 43 grados!
- ¿Qué? ¡¿Pero por qué? - preguntó nervioso el piloto
- ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Qué clase de pregunta estúpida es esa?! ¡Pues por que voy a tomar fotografías, soy un fotógrafo, y los fotógrafos tomamos fotografías! ¡F-o-t-o-g-r-a-f-í-a-s! - dijo el fotógrafo con gran exasperación.
Luego de una larga pausa, el piloto, visiblemente asustado, preguntó con la voz nerviosa y entrecortada:
- ¿O sea que Usted no es el instructor...?
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