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Un pobre viejo ya muy achacado se quejaba de dolor de su pobre y ya vencida espalda por tener que salir a buscar leña al bosque en un invierno muy muy crudo y frío.
Lloraba y se lamentaba, y llamaba con desesperación a la muerte. Tanto la llamó y tanto pidió por ella en sus lamentos que la muerte pensó en ir a buscar al pobre viejo. Cuando llegó, vió al viejo y le dijo:
- Viejo, Aquí estoy. ¿Para qué me llamabas tanto?
- Emmmm...este... ¿me darías una mano con la leña?
- Viejo, Aquí estoy. ¿Para qué me llamabas tanto?
- Emmmm...este... ¿me darías una mano con la leña?
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