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Un padre de familia llega y le dice a su holgazán hijo:
- Hijo, te la pasas todo el día hechado en el sofa todo con tu celular y la laptop sin hacer nada, y ya sé que siempre dices que vas a buscar trabajo pero no haces ni madres, así que acabo de hablar con uno de mis amigos y logré que te dieran un trabajo.
- ¡Pero papá! - contesta irritado el muchacho - ¡ya te dije que no quiero trabajar, es muy duro, muy pesado!
- Sí, sí, lo sé, calma, mira, aquí está lo bueno: es el trabajo más fácil del mundo. Vas a trabajar como guardia de seguridad de un viejo cementerio. Todo lo que tienes que hacer es sentarte detrás del portón de 10 de la mañana a 4 de la tarde. Además, te van a pagar muy bien, te aseguro que vas a hacer mucho dinero con esto.
- Bueno... en ese caso lo intentaré - dice el chico, satisfecho pero aún algo molesto - pero si tengo que esforzarme o me tratan injustamente o tengo que hacer algo más que los demás, entonces renuncio, ¿entendido?
- No te preocupes, hijo. Ni siquiera vas a tener un jefe u otros trabajadores, y el cementerio casi nunca es visitado por nadie. Nada puede salir mal con éste trabajo. Ya verás.
Luego de un par de días de trabajar en el panteón, el hijo llega a la casa alzando la voz:
- ¡Papá, te lo dije! ¡Renuncié!
El padre, en shock, enmudece por un minuto y finalmente pregunta:
- ¿Por qué?
- Te dije que si me trataban injustamente iba a renunciar - contesta el milenial - Yo tenía que estar todo el día ahí sentado, mientras todos los del cementerio se la pasaban acostados.
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